Sergio Portugal Joffre
Como se anotó antes, en Bolivia necesitamos edificar un Nuevo Estado Nacional, es decir, un Estado integral. El diseño de su edificación requiere de un a visión total, enfocada a la resolución de cada uno de los aspectos particulares de la vida nacional; partiendo del análisis de las condiciones nacionales e internacionales, en medio de las cuales se debe desarrollar este proyecto, y proceder a su implantación procesal. No es posible solucionar los grandes problemas nacionales con la presentación de alternativas parciales, y por lo tanto, incompletas, como se continúa haciendo hoy, y bajo dirección foránea, sin responsabilidad ni compromiso alguno con nuestra sociedad. Esta obra será completa si se construye sobre un basamento ideológico, en el que debe sustentarse una empresa de tal magnitud. Esta base de sustentación es la doctrina nacional, la cual debe expresar el pensamiento de la bolivianidad, sus aspiraciones para el presente y el futuro.La línea ideológica a seguir, para reformar el Estado boliviano, debe orientarse a establecer un sistema nacionalista, que desplace al modelo antinacional del neoliberalismo. Es decir, instituir la Soberanía Política de la Nación, que es el derecho del pueblo a regirse por un sistema político económico adecuado a las necesidades propias; para vencer al bloqueo económico y el condicionamiento político impuesto por el intervencionismo globalista.
El principio activo del nacionalismo es la integralidad; por cuanto reafirma el concepto superior de bolivianidad como principio de cohesión de nuestra sociedad, inter relacionado las funciones de los sectores sociales, las regiones y su variedad geográfica, los recursos naturales, los factores de producción, las instituciones y la diversidad étnica de nuestro capital humano; como elementos componentes de nuestra Nación Estado, que al ser activados, se constituyen en la fuerza transformadora, que puede promoverla hacia un destino unitario de perfectibilidad. Pues, por su naturaleza intrínseca, el nacionalismo engloba los conceptos de soberanía, telurismo, integralidad, solidaridad, patriotismo y pueblo. Pretender interpretar al nacionalismo excluyendo alguno de estos conceptos, es adulterar su verdadera esencia.Asimismo, la comunidad nacional requiere organizarse en función de un socialismo boliviano, que no necesita regirse a los moldes de algún tipo de corriente internacional; pues los llamados socialismos fracasaron como respuestas a los problemas de la humanidad. Nuestro socialismo debe ser integrador y con características propias de la bolivianidad. La justicia social habrá de legitimarse en un Estado que defienda los derechos humanos colectivos, en reemplazo del actual régimen del privilegio. Para el óptimo desarrollo de la relación Estado-pueblo, es indispensable emprender una reforma social que introduzca a nuestra sociedad en un proceso transformador, orientado a establecer el solidarismo colectivo, como la correlación entre los factores económicos y de producción con los intereses sociales y laborales. Tales principios deben hacerse tangibles en la socialización del capital, instaurando una política económica con justicia distributiva, donde el destinatario sea el hombre, individualmente considerado, y en mutua correspondencia con la comunidad, conciliada en todas sus clases; para el mejoramiento de su calidad de vida y en función de la selección de aptitudes.
Estos preceptos ideológicos nos llevarán a constituir una democracia institucional, en la que los principios rectores del integralismo y el institucionalismo serán las vertientes que se reúnan en una Asamblea Nacional; que sea el organismo donde se reúnan las fuerzas institucionales, sociales y regionales, como soporte del Nuevo Estado Boliviano. El Estado integral sería el cuerpo político que halle su justificación como recipiente que contiene al pueblo, en recíproca correspondencia jerárquica entre las esferas superiores e inferiores. De esta manera, nacería una nueva democracia, como resultado de un proceso de acción popular que se inicie con la Asamblea Constituyente y el referéndum, para superar este ciclo caracterizado por una democracia artificial y dependiente del imperialismo.
Sin embargo, para aplicar estos principios políticos con responsabilidad, se necesita de una garantía de integridad moral; que sólo puede darse al apoyarse en fundamentos cristianos, para asegurarse que la justicia sea un fundamento de Estado. Un Estado de justicia cristiana que haga posible levantar una nueva sociedad, educando generaciones superadas intelectual y moralmente, cuyos efectos se los evidencie en el fortalecimiento del núcleo familiar y la restauración de la conciencia colectiva.Sólo si existe una orientación ideológica que sea nacional, es posible planificar el proyecto a seguir para señalar los objetivos que requiere nuestro país. Tal guía será la impulsora de una revolución integral; que es el reemplazo de un sistema decadente, para proceder a la realización de un proceso transformador del Estado, la sociedad y el orden económico, con la utilización del potencial natural; para dirigirnos nacionalmente hacia un futuro superior.
Fuente: EL DIARIO, decano de la prensa nacional, 17 de junio de 2002, la Paz, Bolivia.
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